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En Colombia contamos con gran diversidad en nuestro clima, topografía y gastronomía. Por ejemplo, en los diversos paisajes, inmensos valles, ríos caudalosos, selvas y cordilleras majestuosas, que presentan a su gente y al mundo la gran variedad y calidad del pueblo colombiano. Es por esto que simbolizamos a un país colorido y feliz, y cuya representación en su máxima expresión se encuentra en su gente – que siempre refleja el calor humano evocando cariño y sabor en cada rincón del país.

Las distintas regiones colombianas presentan todos los días en la mesa de sus hogares una gran variedad de alimentos que los hábiles artesanos panificadores moldean delicada y generosamente, con amor, tesón y gran calidez. Sin duda por esto muchos se han vuelto emblemáticos y hasta símbolos nacionales.

Imagina en el frío de la amplia sabana disfrutar de un delicioso chocolate santandereano con unas exquisitas almojábanas propias de su región para comenzar el día, o mientras pasas por tu calle preferida saboreando un agradable pandebono valluno, o la inigualable sensación de remojar en tu aguapanela un esponjoso buñuelo y pandequeso en las imponentes montañas antioqueñas, o que tal un pandeyuquita en el majestuoso Cañón del Chicamocha, e incluso snacks saludables en las hermosas playas colombianas.

Verdaderamente, nuestros maestros panaderos se esmeran a diario para elaborar deliciosos y agradables alimentos autóctonos, acompañando su servicio con esa singular forma de brindar experiencias cálidas a los clientes.

Es así como logramos evidenciar la constante reinvención de los negocios, no solo en su oferta de productos, sino también en nuevas formas de atender al cliente, sea con una manera singular de saludar, dinámicas de promociones, o la famosa “ñapa” para los comensales. Esa calidez, ese genuino interés en la atención, ese “¡buenos días! ¿en qué puedo servirle?” O ese “es un gusto tenerlo por acá”, incluso la decoración del negocio – todos son maneras valiosas de brindar experiencias alrededor de los productos, buscando siempre que las personas gocen de nuestra interacción.

Y no podemos dejar de un lado la magia al usar las tácticas milenarias de calidez en el horno y su infinidad de aromas que con su silencio generan olas llamativas de atracción a los clientes de todas las edades.

Un cálido y fuerte aplauso para ti, Maestro Panadero, por tan grande, honorable y noble labor.

Autor del blog:

Iván Saldarriaga

Técnico de Panadería.
Medellín.